lunes, 6 de septiembre de 2010

*Visitas imprescindibles

1. Palacio Tokapi

Palacio Topkapi o el Palacio de la Puerta de los Cañones. Su paredes rebosan historia. Fue centro administrativo del Imperio Otomano desde los siglos XV al XIX. Debemos su construcción al Sultán Mehmed II. Está compuesto por varias edificaciones y rodeado por 4 patios. Tiene unas vistas maravillosas al Bósforo. Uno de sus principales atractivos, sin duda, es el Harem. Una visita imprescindible, que a pesar de ser opicional y pagarse por separado, merece ser visitada y acompañada por una audioguía. Impresiona enormemente la historia que guardan esas paredes y la forma de vida de las concubinas que estaban a las órdenes del Sultán y custodiadas por los eunucos. Sin duda, impresiona.

2. Mezquita Azul

Nada más verla entiendes por qué dicen que se construyó con el objetivo de desafiar a la Mezquita de la Kaaba en La Meca. Es impresionante por fuera y por dentro. Es la única mezquita de Estambul que posee 6 alminares. Fue construida en el espacio que ocupaba el Gran Palacio de Constantinopla, frente a Santa Sofía. Lo que más impresiona son sus mosaicos azules de Izmir.Quizás su mayor riqueza es que su belleza procede de la mezcla de elementos de las iglesias bizantinas con elementos de la arquitectura islámica tradicional.

3. Santa Sofía o Hagia Sophia

Fue construida en el año 532 durante el mandato de Justiniano I. Es una de las obras más importantes y sublimes del arte bizantino. A pesar de la riqueza histórica, cultural, del impresionante exterior, el interior está quizás algo deteriorado y en algunos rincones se alzan andamios que impiden disfrutar de ella en su totalidad. Está sometida a un importante proceso de restauración. No obstante, es una visita imprescindible.

4. Grand Bazar

Visita imprescindible y obligada tanto para los compradores compulsivos como para los que no. Es el mayor bazar de Estambul y uno de los más grandes del mundo. Puedes encontrar de todo a cualquier precio, aunque esto último depende más de la pericia y de las dotes de cada uno para negociar. Tiene 58 calles y dispone de más de 4.000 tiendas. Una visita imprescindible es el área dedicada a las joyas, donde los artesanos muestran y venden sus obras. A diario pasan por sus galerías y anexos entre 250.000 y 400.000 personas. Es totalmente seguro, en cada una de sus puertas hay vigilancia. Un dato, las oficinas de cambio del Gran Bazar son las que mejores condiciones ofrecen y no cobran comisiones. Un consejo: no lleven mucho dinero encima, sino el que quieren gastarse porque realmente sus tiendas y comerciantes invitan a comprar y a gastar. De todas formas, dedicaré todo un post a las compras en Estambul y al Gran Bazar con direcciones de tiendas de ropa de marca, relojería y contactos que nos sirvieron de mucho.

5. Cisterna de la Basílica

Es quizás una visita muy corta, pero merece la pena. Se le conoce también como el Palacio Sumergido. Cuenta con 336 columnas de 9 metros de altura. Impresionante. Entre sus columnas hay dos que destacan del resto porque tienen como base una cabeza de Medusa, el ser mitológico que convertía en piedra al que mirara.

6. Palacio Dolmabahçe y Mezquita

Nosotros no pudimos visitar el Palacio porque estaba cerrado al público por obras. Sí visitamos la Mezquita. Es pequeña, pero muy acogedora y espectacular. La tranquilidad es abrumadora, merece la pena.

7. Mezquita de Eminönü

Aunque no aparece en las guías como monumento que visitar, desde luego para nosotros fue una de las que más nos impactó por el trasiego diario de personas que acudían al rezo, algo más ajenos quizás al bullicio turístico. Tuvimos la oportunidad de presenciar una oración. Impactante.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

*Una visita obligada al haman

Se han escrito muchas opiniones sobre la idoneidad o no de ir a un haman. Se ha puesto en duda si se ha convertido en un atractivo netamente turístico e incluso la limpieza de estos lugares. Yo les voy a exponer mi experiencia y ya por el título de este post imagino que adivinan mi primera impresión y mi experiencia. Antes de decantarnos por uno vimos las distinas opciones que nos ofrecía Estambul. Desde Cagalouglu (que estaba ubicado a pocos metros del hotel donde nos alojamos y que reza como el más antiguo de la ciudad), hasta el de Suleymaniye (el único mixto) o el de Çemberlitas. En principio nos decantamos por el segundo pero nunca dimos con él y confieso que la zona donde está ubicado no es la mejor, o al menos a nosotros nos dio esa impresión. Después de un largo periplo de calles y gentes un poco extrañas decidimos regresar a zona segura y volvimos a caer en el Grand Bazar, algo no muy extraño en nosotros, siempre abiertos a las comprar y a las maravillas de este lugar, pero eso lo comentaré en otro post. Definitivamente, y después de haber visitado el más cercano al hotel, en cuya entrada figuran fotos de los más variopintos artistas, actores y actrices que se han beneficiado de sus baños, nos cogió de paso al hotel el tercero en discordia, es decir, Çemberlitas y nos decantamos por él, entre otros motivos, porque la recepcionista chapurreaba algo el castellano. No muy seguros de que nos gustara esta aventura, sobre todo yo que soy incapaz de soportar el calor y el vaho de un baño turco de cualquier spa o talasoterapia en Canarias, y con los prejuicios a flor de pie nos adentramos en un lugar maravilloso, absolutamente limpio y con todas las garantías para pasar unas horas inolvidables. La entrada de chicas y chicos está separada y cada una de ellas te dirige a espacios totalmente idénticos. Después de pasar por los vestuarios, dejar la ropa en las taquillas, y recoger el pestemal con el que cubrirte (preferible acudir con bikini y/o bañador, en el caso de las chicas solo parte de abajo) y las zapatillas, nos adentramos en una sala maravillosa con una piedra central que desprende el calor y donde te tumban y una cúpula maravillosa en la que se filtra la luz solar o lunar, dependiendo del momento, ya que, las instalaciones permanecen abiertas hasta las 12:00 horas. No hace un calor insoportable, al contrario la sensación es absolutamente maravillosa y del todo relajante. Después de pasar unos diez minutos acostada en esta piedra central te llama una de las señoras o señor, en el caso de los chicos, encargadas del baño. No dejarán apenas un lugar por el que pasar la esponja (nueva y precintada) que te dan a la entrada, para posteriormente darte un baño de espuma y lavarte el pelo. Continuamente te rocían con agua fría, tirando a templada, para posteriormente pasar a una de las dos piscinas donde terminar de relajarte (una está a 38º y otra a 36º, yo me decanté por esta última, porque no puedo soportar el calor excesivo y la segunda tenía una temperatura muy agradable). Posteriormente, pasas a otra sala donde te realizan el masaje con aceite (dura unos 40 minutos) y, finalmente, una ducha y de nuevo al vestuario, aunque puedes disfrutar de un çay o refresco en una cafetería previa a los vestuarios. En principio, da una sensación algo extraña. Ellos tienen muy mecanizado todo el tema y en un primer momento parece que nos tratan como borreguitos, pero esa sensación pasa enseguida en un paraíso como ese, lleno de tranquilidad y buenas sensaciones. Sin duda, el haman o baño turco es una visita obligada si viajas a Estambul.