miércoles, 1 de septiembre de 2010
*Una visita obligada al haman
Se han escrito muchas opiniones sobre la idoneidad o no de ir a un haman. Se ha puesto en duda si se ha convertido en un atractivo netamente turístico e incluso la limpieza de estos lugares. Yo les voy a exponer mi experiencia y ya por el título de este post imagino que adivinan mi primera impresión y mi experiencia. Antes de decantarnos por uno vimos las distinas opciones que nos ofrecía Estambul. Desde Cagalouglu (que estaba ubicado a pocos metros del hotel donde nos alojamos y que reza como el más antiguo de la ciudad), hasta el de Suleymaniye (el único mixto) o el de Çemberlitas. En principio nos decantamos por el segundo pero nunca dimos con él y confieso que la zona donde está ubicado no es la mejor, o al menos a nosotros nos dio esa impresión. Después de un largo periplo de calles y gentes un poco extrañas decidimos regresar a zona segura y volvimos a caer en el Grand Bazar, algo no muy extraño en nosotros, siempre abiertos a las comprar y a las maravillas de este lugar, pero eso lo comentaré en otro post. Definitivamente, y después de haber visitado el más cercano al hotel, en cuya entrada figuran fotos de los más variopintos artistas, actores y actrices que se han beneficiado de sus baños, nos cogió de paso al hotel el tercero en discordia, es decir, Çemberlitas y nos decantamos por él, entre otros motivos, porque la recepcionista chapurreaba algo el castellano. No muy seguros de que nos gustara esta aventura, sobre todo yo que soy incapaz de soportar el calor y el vaho de un baño turco de cualquier spa o talasoterapia en Canarias, y con los prejuicios a flor de pie nos adentramos en un lugar maravilloso, absolutamente limpio y con todas las garantías para pasar unas horas inolvidables. La entrada de chicas y chicos está separada y cada una de ellas te dirige a espacios totalmente idénticos. Después de pasar por los vestuarios, dejar la ropa en las taquillas, y recoger el pestemal con el que cubrirte (preferible acudir con bikini y/o bañador, en el caso de las chicas solo parte de abajo) y las zapatillas, nos adentramos en una sala maravillosa con una piedra central que desprende el calor y donde te tumban y una cúpula maravillosa en la que se filtra la luz solar o lunar, dependiendo del momento, ya que, las instalaciones permanecen abiertas hasta las 12:00 horas. No hace un calor insoportable, al contrario la sensación es absolutamente maravillosa y del todo relajante. Después de pasar unos diez minutos acostada en esta piedra central te llama una de las señoras o señor, en el caso de los chicos, encargadas del baño. No dejarán apenas un lugar por el que pasar la esponja (nueva y precintada) que te dan a la entrada, para posteriormente darte un baño de espuma y lavarte el pelo. Continuamente te rocían con agua fría, tirando a templada, para posteriormente pasar a una de las dos piscinas donde terminar de relajarte (una está a 38º y otra a 36º, yo me decanté por esta última, porque no puedo soportar el calor excesivo y la segunda tenía una temperatura muy agradable). Posteriormente, pasas a otra sala donde te realizan el masaje con aceite (dura unos 40 minutos) y, finalmente, una ducha y de nuevo al vestuario, aunque puedes disfrutar de un çay o refresco en una cafetería previa a los vestuarios. En principio, da una sensación algo extraña. Ellos tienen muy mecanizado todo el tema y en un primer momento parece que nos tratan como borreguitos, pero esa sensación pasa enseguida en un paraíso como ese, lleno de tranquilidad y buenas sensaciones. Sin duda, el haman o baño turco es una visita obligada si viajas a Estambul.
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